viernes, 14 de noviembre de 2014

ENFERMEDAD DE BOSTOCK

DESCRIPCIÓN

Epónimo de la Fiebre de Heno.

Además de Fiebre de Heno o rinitis Alérgica, se conoce como Rinitis Alérgica estacional, Polinosis o Alergia Nasal, a la más frecuente de las enfermedades alérgicas ya que la padece casi un 20% de la población. Esto es lógico ya que la nariz es la primera barrera que opone el organismo al ingreso de los numerosos alergenos presentes en el aire que respiramos.

Características de la nariz:

El aire ingresa a los pulmones a través de las fosas nasales. La nariz filtra el aire y da la humedad y la temperatura necesarias para que llegue a los pulmones en las condiciones más favorables; en otras palabras, el aire que penetra por la boca contiene impurezas y gérmenes o puede ser muy frío, por lo que es más irritante que el aire que llega a través de la nariz. Para lograr todos estos efectos la nariz cuenta con una estructura de cartílagos, huesos y de una capa que los reviste llamada “mucosa”, de características ultraespecializadas.

Alergia:

Todas estas estructuras pueden enfermarse, y la enfermedad más común en ellas, es la rinitis alérgica, llamada fiebre de heno, por haberse encontrado al principio en ciertos trabajadores rurales expuestos a una gran cantidad de pólenes en la época de recolección. Como esto afectaba a un reducido número se pensó que ello se debía a que tenían algo que hacía que reaccionaran a sustancias que normalmente no producían ningún síntoma. Por eso se llamó alérgicos a éstos, por significar alergia= reacción diferente. 
Posteriormente se observó que estos síntomas podían presentarse no sólo tras el contacto con los pólenes, sino también con otras sustancias, tales como el polvo, los hongos de la humedad, pelo de animales y otras sustancias diversas. Hoy se sabe que estos pacientes presentan en la sangre una sustancia llamada Inmunoglobulina E (IgE) que vehiculiza los anticuerpos de la alergia, que al reaccionar con los alérgenos (sustancias a las que un paciente se hace alérgico), producen la reacción alérgica o reacción antígeno-anticuerpo, que cuando se produce a nivel de la mucosa de la nariz, producirá la Rinitis Alérgica.

¿Cuáles son los síntomas?

La rinitis alérgica presenta síntomas distintos a los de otras formas de rinitis. Los estornudos llamados “en salva” por lo repetidos, pueden presentarse en series de 20 o más, uno tras otro sin interrupción. 
La picazón de nariz puede ser muy intensa, provocando en muchos niños el llamado “saludo alérgico” por su costumbre de frotarse la nariz hacia arriba con la palma de la mano, que cuando es muy reiterado, puede producir una arruga en la base de la nariz. 
También la rinorrea o secreción nasal acuosa, que puede ser muy abundante (puede llegar a ser de 20 cc. por hora). La obstrucción nasal es otra de las características de la rinitis alérgica, siendo en estos casos habitualmente a báscula (significa que esta obstrucción se produce en forma alternante, una vez en un orificio y otra vez en el otro). Esto permite diferenciarla de otras formas de rinitis, por desviación de tabique o por algún otro defecto anatómico, en que la obstrucción suele ser permanente y siempre del mismo lado.
Los ojos también pueden reaccionar produciéndose un enrojecimiento de los mismos, con prurito y lagrimeo que pueden ser intensos. 
Si bien los síntomas nasales son más frecuentes en la fiebre de heno, es muy común que ambos estén atacados al mismo tiempo, y en uno de cada cinco pacientes con fiebre de heno, los síntomas oculares son más importantes que los nasales.

¿Cómo se diagnostica?

El médico debe examinar la nariz, que en el caso de la rinitis alérgica suele presentar una coloración pálida y brillante característica, observándose también la secreción acuosa. También debe hacerse un examen microscópico de la secreción que muestra un aumento del número de Eosinófilos y un dosaje de IgE, que está elevada. La radiografía de senos paranasales y la tomografía axial computada (TAC) pueden ser necesarias para confirmar una sinusitis que muchas veces acompaña a la rinitis y que debe tratarse al mismo tiempo.

Tipos de rinitis:

Esto nos permitirá hacer el Diagnóstico Diferencial, es decir descartar que los síntomas sean provocados por una Rinitis No-Alérgica, si bien el total de las Rinitis, el 90% son alérgicas. Entre las Rinitis No-alérgicas más comunes podemos mencionar: las debidas a una hipertrofia adenoidea o de cornetes o a una desviación del tabique, las medicamentosas, las atróficas debidas a veces al uso permanente de gotas nasales, la rinitis eosinofílica-no-alérgica, la rinitis hormonal y otras. Este diagnóstico diferencial debe ser previo al estudio de la sensibilidad alérgica, y debe ser efectuado por el especialista en otorrinolaringología o en alergia.

Causas de la rinitis alérgica:

El paso siguiente consiste en investigar el o los factores responsables de la rinitis. Para ello el interrogatorio es de suma importancia. También el Test Alérgico que permite, colocando en la piel una gota de los alérgenos sospechosos y haciendo una pequeña  punción, investigar el grado de alergia que tiene el paciente a estas sustancias. También puede hacerse esta investigación directamente en la sangre mediante un análisis de laboratorio llamado RAST.
En algunos pacientes la causa de la rinitis puede ser un alimento. Por ello es importante descartar o confirmar una Alergia Alimenticia. Para ello se hace un Régimen de comidas denominado Dieta de Exclusión para eliminar los alimentos sospechosos, la cual puede ser seguida de una Dieta de Provocación, que nos permitirá asegurar que un alimento es el responsable de la rinitis, y en ese caso, cuál de ellos.

¿Cómo se trata?

El tratamiento de la rinitis alérgica es de 3 tipos:

1) Control ambiental: que es el tratamiento ideal y que consiste en evitar que el paciente se ponga en contacto con las sustancias a las que es alérgico, lo cual muchas veces es imposible de conseguir. Pero aún en estos casos es importante disminuir al máximo el contacto con el o los alergenos responsables. En el caso de los animales domésticos, cuando no puede evitarse su presencia en el hogar, se los bañará todas las semanas.
Cuando se es alérgico al polvo o a los ácaros contenidos en el mismo debe efectuarse una limpieza prolija de dormitorios y otros ambientes, preferentemente con aspiradora o con trapos húmedos (evitar el plumero). En estos casos se deben evitar las pinturas rugosas en las cuales se acumula el polvo (son convenientes las pinturas lavables), tampoco las alfombras u otros elementos de difícil limpieza. En los niños deben evitarse los muñecos de peluche y el contacto con los animales domésticos, sobre todo perros y gatos.
Deben evitarse los empapelados que puedan ocultar hongos.
Deben evitarse las almohadas y colchones de lana, siendo preferibles los de espuma de nylon, pero aún a éstos es conveniente enfundarlos con telas impermeables que impidan el contacto de la nariz con estas sustancias y además con hongos que pueden encontrarse en los mismos después de un tiempo. Deben eliminarse las manchas de humedad en las paredes, lavando las mismas periódicamente con lavandina, aireando bien las habitaciones y de ser posible permitiendo que entren en las mismas los rayos solares. Los alérgicos a pólenes deben dormir con las ventanas cerradas durante la época de polinización; además hacer una buena limpieza de las habitaciones. En caso de síntomas muy severos se pueden usar máscaras para filtrar el aire respirado cuando el paciente está en el exterior, y equipos de filtrado para el aire del interior de las casas, algunos adosados a los equipos de aire acondicionado y otros que simplemente filtran el aire interior.

2) La Inmunoterapia (vacunas hiposensibilizantes): se usan con éxito en la rinitis alérgica desde hace más de 100 años. Ya sea por vía subcutánea ó por vía sublingual. Últimamente existen vacunas más purificadas y de acción prolongada, lo cual permite aplicarlas más espaciadamente y aumentar los resultados exitosos de este tratamiento.

3) Tratamiento con medicamentos: puede hacerse por vía oral o por vía local. Esta última tiene la ventaja de la menor absorción general de los medicamentos utilizados. Los viejos antihistamínicos  también llamados de primera generación, como la Difenhidramina y la Clorfeniramina,  producían generalmente cierta somnolencia. Los nuevos antihistamínicos ó de nueva generación como la Cetirizina, la Loratadina, la Rupatadina, la Levocetiricina , la Fenoxiofenadina y la Bilastina  son también efectivos y tienen la ventaja de no producir somnolencia.
Los Atropínicos (Bromuro de Ipratropio) son útiles sobre todo cuando el síntoma más importante de la rinitis es la rinorrea (secreción acuosa).
Cromoglicato de sodio y la Oxatomida son medicamentos preventivos usados en las rinitis alérgicas.
Los antiinflamatorios son de suma importancia en las rinitis alérgicas prolongadas, en las que hay una inflamación marcada. Hoy se usan los corticoides en aerosol por vía nasal que tienen la ventaja de actuar localmente, sin producir prácticamente efectos secundarios (Beclometasona, Fluticasona, Budesonida, Mometasona y Sicloserina). Todos estos medicamentos deben ser indicados por el especialista, y nos permiten tratar con éxito esta importante enfermedad.


Dr. John Bostock

John Bostock (1773 - 1846)

Hijo de John Bostock (1743) y Elizabeth (1749)
Nació el 29/6/1773 en Liverpool, Lancs PR
Falleció de cólera el 06/08/1846 en Alta Bedford Place, Londres.

Sus restos descansan en el cementerio de Kensal Green, Londres.
Casado: Anne (1778)
Niños: John Ashton (1815), Elizabeth Anne (1817), William Yates (1819).
Educado en la Universidad de Edimburgo.
Doctor (MD) en junio de 1798.
En 1810 publicó "Observaciones sobre la nomenclatura de la New London Farmacopea".
En 1817 se trasladó a Londres.
Renunció a la medicina para dedicarse a la química, la fisiología y la ciencia.
Presidente de la Sociedad Geológica en 1826.
Miembro de la Royal Society.  Llegó a ocupar en esta sociedad el cargo de Vicepresidente en 1832.
Famoso por su descripción de la fiebre del heno.
Durante muchos años, miembro activo de la Sociedad Médico-Quirúrgica. En sus operaciones  dio la primera descripción completa de la fiebre del heno en 1846 por lo que es particularmente recordado.
6 de sus publicaciones se enumeran en el British Library Catálogo.

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