sábado, 5 de octubre de 2013

ENFERMEDAD DE ACOSTA O MAL DE LAS MONTAÑAS

DESCRIPCIÓN

Es una enfermedad que puede afectar a alpinistas, excursionistas, esquiadores o viajeros a grandes alturas, por lo general por encima de los 8,000 pies (2,400 metros).

Causas

El mal agudo de montaña es causado por una reducción de la presión atmosférica y niveles más bajos de oxígeno a grandes alturas.

Cuanto más rápido ascienda a una mayor altitud, mayor será la probabilidad de padecer el mal agudo de montaña.
Usted está en mayor riesgo del mal agudo de montaña si:
Vive en o cerca al nivel del mar y viaja hasta una gran altura.
Ha tenido la enfermedad antes.

Síntomas
Los síntomas también dependerán de la velocidad de su ascenso y de qué tanto esfuerzo haga. Van desde leves hasta potencialmente mortales y pueden afectar el sistema nervioso, los pulmones, los músculos y el corazón.
En la mayoría de los casos, los síntomas son leves. Los síntomas del mal agudo de montaña de leve a moderado pueden ser:

Dificultad para dormir
Mareo o sensación de vértigo
Fatiga
Dolor de cabeza
Inapetencia
Náuseas o vómitos
Pulso rápido (frecuencia cardíaca)
Dificultad respiratoria con esfuerzo
Los síntomas que pueden ocurrir con el mal agudo de montaña más grave abarcan:

Coloración azulada de la piel (cianosis)
Rigidez o congestión pectoral
Confusión
Tos
Expectoración de sangre
Disminución del estado de conciencia o aislamiento de la interacción social
Tez pálida o grisácea
Incapacidad para caminar en línea recta o incapacidad absoluta para caminar
Dificultad respiratoria en reposo

Pruebas y exámenes
El médico o el personal de enfermería lo examinarán y auscultarán su tórax con un estetoscopio. Esto puede revelar ruidos llamados crepitaciones (estertores) en el pulmón, lo cual puede ser un signo de líquido en los pulmones.

Los exámenes que se pueden hacer abarcan:

Exámenes de sangre
Tomografía computarizada del cerebro
Radiografía de tórax
Electrocardiografía (ECG)
Tratamiento
El diagnóstico temprano es importante. El mal agudo de montaña es más fácil de tratar en las etapas iniciales.
El principal tratamiento para todas las formas del mal de montaña es bajar o descender a una altitud menor tan rápido y seguro como sea posible. Usted no debe seguir ascendiendo si presenta síntomas.
Se debe administrar oxígeno extra si está disponible.
Las personas con mal de montaña grave pueden necesitar hospitalización.
La acetazolamida (Diamox) se puede administrar para ayudar a respirar mejor. También puede reducir los síntomas leves. Este medicamento puede hacer que usted orine con mayor frecuencia. Cuando tome este medicamento, cerciórese de beber mucho líquido y no consumir alcohol. Este medicamento funciona mejor cuando se toma antes de alcanzar una gran altura.

Si usted tiene líquido en los pulmones (edema pulmonar), el tratamiento puede abarcar:

Oxígeno
Un medicamento antihipertensivo llamado nifedipina
Inhaladores beta-agonistas para abrir las vías respiratorias
En casos graves, un respirador
Un medicamento para incrementar el flujo de sangre a los pulmones llamado inhibidor de fosfodiesterasa (como sildenafil)
La dexametasona (Decadrón) puede ayudar a reducir la hinchazón del cerebro (edema cerebral).

Las cámaras hiperbáricas portátiles le permiten a los caminantes simular condiciones a altitudes más bajas sin moverse realmente del lugar en la montaña. Estos dispositivos son muy útiles en caso de que el mal tiempo u otros factores imposibiliten el descenso de la montaña.

Expectativas (pronóstico)
La mayoría de los casos son leves y los síntomas mejoran rápidamente al bajar de la montaña a una altitud menor.
Los casos graves pueden llevar a la muerte, debido a los problemas pulmonares o a una hinchazón del cerebro, llamada edema cerebral.
En áreas remotas, tal vez no sea posible la evacuación de emergencia o el tratamiento se puede demorar, lo que puede tener un efecto negativo en el desenlace clínico.

Posibles complicaciones
Coma
Líquido en los pulmones (edema pulmonar)
Hinchazón del cerebro (edema cerebral), lo cual puede llevar a que se presenten convulsiones, cambios mentales o daño permanente al sistema nervioso.

Cuándo contactar a un profesional médico
Consulte con el médico si tiene o tuvo síntomas del mal agudo de montaña, incluso si se sintió mejor después de regresar a una altura más baja.
Llame al 911 o a su número local de emergencias si usted u otro escalador tienen cualquiera de los siguientes síntomas:
Problemas respiratorios graves.
Alteración del nivel conciencia.
Expectoración de sangre.
Descienda de la montaña inmediatamente y lo más seguro que sea posible.

Prevención
Las claves para la prevención del mal agudo de montaña abarcan:
Ascender la montaña gradualmente.
Detenerse por uno o dos días a descansar cada 2,000 pies (600 metros) cuando se está por encima de los 8,000 pies (2,400 metros).
Dormir a una altitud más baja cuando sea posible.
Aprender cómo reconocer los primeros síntomas del mal de montaña.
Si usted va a viajar por encima de los 9,840 pies (3,000 metros) debe llevar suficiente oxígeno para varios días.
Si planea un ascenso rápido a una gran altura, pregúntele al médico sobre el medicamento llamado acetazolamida (Diamox). Este fármaco le ayuda al cuerpo a acostumbrarse a mayores alturas más rápidamente y reduce los síntomas menores. Este fármaco se debe tomar un día antes de ascender y continuarse durante los siguientes uno o dos días.
Si usted está en riesgo de un bajo conteo de glóbulos rojos (anemia), pregúntele al médico si un suplemento de hierro es apropiado en su caso. La anemia disminuye la cantidad de oxígeno en la sangre y lo hace propenso a sufrir el mal de montaña.

Al escalar:

Tome mucho líquido.
Evite el consumo de alcohol.
Consuma comidas regulares ricas en carbohidratos.
Usted debe evitar las grandes alturas si padece cardiopatía o neumopatía.

Nombres alternativos

Edema cerebral por grandes alturas; Mal de la montaña; Anoxia por altitud; Mal de las alturas; Edema pulmonar a grandes alturas.


Pedro José de Acosta

José de Acosta (Medina del Campo, 1540 – Valladolid, 1600) fue un jesuita, antropólogo y naturalista español que desempeñó importantes misiones en América desde que en 1571 viajase al Perú sosteniendo que los indígenas americanos habrían llegado a América a través de Siberia. Aparte de la narración de las aventuras de un lego en Indias (Peregrinación del hermano Bartolomé Lorenzo), debe sobre todo fama a su Historia natural y moral de las Indias, obra publicada en Sevilla, en 1590, y pronto traducida al inglés en 1604. En dicho libro observó las costumbres, ritos y creencias de los indios de México y Perú.
Hijo de Antonio de Acosta y Berrionda de Castilla. Su familia (de probable origen judío converso) pertenecía a la burguesía mercantil de Medina del Campo. Estudió en el Colegio de la Compañía de Jesús, tras ingresar como novicio a los doce años. Desarrolló su formación en diversas ciudades españolas y portuguesas, terminándola en los siete años que pasó en la Universidad de Alcalá.
Ordenado en 1566, impartió docencia en Ocaña y Plasencia, hasta que a sus treinta y dos años, la Compañía le solicitó que se fuera a América, trasladándose a Perú a mediados de 1572, como parte de la tercera misión enviada por los jesuitas al virreinato. Colaboró con el virrey Francisco Álvarez de Toledo y realizó una importante labor misional, llegando a ser provincial de la Compañía en la provincia jesuita del Perú.
Acosta había llegado al Perú dos años después de que en 1568 don Francisco de Toledo había partido como virrey. A su llegada a Lima, se le ordenó cruzar los Andes, al parecer para unirse al virrey en el interior. Tomó la ruta, con catorce o quince compañeros, a través de la montañosa provincia de Huarochirí, y por el elevado paso de Pariacaca [más de 14.000 pies], donde todo el grupo se vio seriamente afectado por los efectos de la atmósfera enrarecida. 
Después de la decapitación del Inca Túpac Amaru ordenada por el virrey Toledo, éste dedicó cinco años a una gira a través de cada parte del Virreinato del Perú, y para la organización del país, en la que se vio colaborado por Acosta, el licenciado Polo de Ondegardo, y el Juez Matienzo. 
Acosta también acompañó al virrey en Charcas, y estuvo con él durante su fracasada expedición contra los feroces indios chiriguanos. Acosta fundó varios colegios, entre ellos los de Panamá Arequipa, Potosí, Chuquisaca, y La Paz, para lo cual se encontró con una fuerte oposición del virrey Toledo, quien en ejercicio del vicetranato real se oponía a las nuevas fundaciones por el excesivo número de las ya existentes. Sus deberes oficiales le obligaron a investigar personalmente el extensísimo territorio, por lo que adquirió un conocimiento práctico de la vasta provincia y de sus habitantes aborígenes.
En 1571 Acosta fue a Cuzco como un visitante de la universidad de reciente fundación de los jesuitas. Regresó a Lima tres años después a ocupar de nuevo la cátedra de teología.
La sede principal de los jesuitas fue en ese momento en la pequeña ciudad de Juli, cerca de la orilla occidental del lago Titicaca. Aquí se formó un colegio, se estudiaron las lenguas de los nativos, y con el tiempo se estableció una imprenta. Acosta probablemente residió en Juli durante gran parte de su estadía en el territorio que entonces comprendía el virreinato del Perú. Fue aquí, con toda probabilidad, que observó el famoso cometa de 1577, del 1 de noviembre al 8 de diciembre que se extendió como un penacho de fuego desde el horizonte casi hasta el cenit. Aquí, también, dedicó gran parte de su tiempo a la preparación de varias obras eruditas, cuyos manuscritos más tarde llevó de nuevo a España, incluyendo los dos primeros libros de la Historia Natural de las Indias. 
En Juli, Acosta recibió información respecto al río Amazonas de un hermano de la órden que había estado antes en el famoso crucero pirata de Lope de Aguirre.
Hacia el fin del virreinato de Toledo, Acosta parece haberse trasladado desde el interior del Perú a Lima. Aquí se menciona supervisando la fundición de una gran campana, para la que había dificultades para conseguir combustible para el horno, por lo que fue necesario talar grandes árboles en el valle del río Rímac. El Virrey Toledo fue prácticamente el re-fundador de la Universidad de San Marcos en Lima, donde Acosta ocupó la cátedra de teología. Aquí de nuevo fue capaz de mostrar sus habilidades como orador famoso. Fue elegido provincial de la compañía en 1576.
En 1579 Sir Francis Drake amenazaba la costa peruana, y el virrey envió una flota al mando de Don Pedro Sarmiento, en parte, a la caza del pirata Inglés, y en parte para explorar y estudiar el Estrecho de Magallanes. Acosta tuvo entrevistas con el piloto de la flota de Sarmiento, y se le permitió inspeccionar sus cartas, obteniendo así mucha información hidrográfica, así como en particular respecto a las mareas en los estrechos. También conversó con el nuevo virrey Don Martín Henríquez sobre el mismo tema.
El III Concilio Limense dirigido por Santo Toribio de Mogrovejo determinó nuevas formas y estrategias para la evangelización como una forma de vida del clero. Se puso en claro la necesidad de crear Seminarios así como de un Catecismo que debiera ser difundido en lenguas originarias, como el Aymara y el Quechua; para así poder cumplir las resoluciones del Concilio Tridentino. Para Charcas fue esencial la contribución del III Concilio Limense, que dotó a la catequesis del Catecismo y del Breviario trilingües cuya elaboración la dirigió el jesuita José de Acosta. 
Una consecuencia colateral fue que la selección de los idiomas originarios definió decisivamente el relegamiento lingüístico del puquina, que entonces todavía era mayoritariamente hablado por las mujeres amerindias en las regiones del Urcosuyo, Umasuyo y Colesuyo de los Andes Centrales. En el período de sesiones de 1582 del III Concilio Limense, Acosta jugó un papel muy importante y fue su historiador. Pronunció un discurso elocuente y preparado en su última sesión el 18 de octubre de 1583.
José de Acosta fue autor de la Historia natural y moral de las Indias, compuso también otra obra, De procuranda indorum salute, en la que, llevando a síntesis madura los estudios de autores precedentes, daba respuesta segura a muchas cuestiones teológicas, jurídicas y misionales. Escrito entre 1575 y 1576, este libro fue desde su aparición un importante Manual de Misionología.
En 1586 marchó hacia Nueva España, donde estuvo casi un año, regresando finalmente a España. Su cercanía con el rey Felipe II le permitió publicar su primera obra sobre América, De Natura Novi Orbis, en 1589. Viajó a continuación a Roma e imprimió algunos tratados en latín. Nombrado visitador de su orden en Andalucía y Aragón, regresó a Roma en 1592 donde participó en la V Congregación General de la Compañía de Jesús y en la que fue acusado de "cristiano nuevo" y rebelde. Dedicado a la predicación y a la enseñanza en Valladolid, imprimió sus mejores sermones en tres tomos en Salamanca. Reivindicado por sus compatriotas, fue elegido rector del Colegio de Salamanca, cargo en el que falleció en su sexagésimo año, el 15 de febrero de 1600.
Feijoo, en su Teatro Crítico Universal, considera al P. ACOSTA como el "Plinio del Nuevo Mundo" y aún le aventajó por su originalidad, ya que los temas de que trató no tenían historia, sino que eran producto de su directa observación en su mayor parte tomados de la realidad de su tiempo.
Otras muchas obras escribió el P. Acosta, pero ha sido ésta la que mayor trascendencia ha tenido para los modernos estudios de la Medicina del Trabajo.
Es indudable que tomó como modelo a Plinio cuya obra conocía muy bien por lo cual es otro de los precursores de la Medicina del Trabajo en su tiempo.

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