martes, 8 de octubre de 2013

ENFERMEDAD DE ALPERS

DESCRIPCIÓN

La enfermedad de Alpers es una enfermedad rara neurológica y progresiva que comienza generalmente durante la primera infancia y excepcionalmente durante la adolescencia.

Microcefalia
Los recientes avances en el conocimiento de la estructura y la función de las mitocondrias (parte de la célula, responsable de producir la energía), han permitido descubrir que gran parte de las enfermedades multisistémicas en las que existe afectación del sistema nervioso central y del hígado se deben a una disfunción mitocondrial genética o adquirida. Dentro de las hepatopatías mitocondriales primarias, que son aquellas enfermedades en las cuales la alteración hepática se debe a un defecto congénito estructural o funcional de la mitocondria, se encuentran el síndrome de Pearson, el síndrome de encefalomiopatía neurogastrointestinal mitocondrial, la neuropatía de Navajo y la enfermedad o síndrome de Alpers y su variante conocida como degeneración neuronal progresiva con afectación hepática o síndrome de Alpers Huttenlocher.

El cuadro clínico conocido como enfermedad de Alpers puede no tratarse de una entidad única, y sólo en algunos casos puede tener una base genética. Puede aparecer una degeneración neuronal progresiva, secundariamente a convulsiones o episodios de anoxia (disminución de la cantidad de oxígeno distribuida a los tejidos) cerebral de otras causas, como una parada cardiorrespiratoria, shock (caída grave de la presión arterial, que hace peligrar la vida), etc.

Clínicamente este tipo de degeneración cerebral difusa, se manifiesta por microcefalia (cabeza anormalmente pequeña) por atrofia (disminución de volumen y peso de un órgano) cerebral, hipotonía (tono anormalmente disminuido del músculo) progresiva con espasticidad (contracciones involuntarias persistentes de un músculo), mioclonías (contracciones musculares bruscas semejantes a las de un choque eléctrico), ataxia (carencia de la coordinación de movimientos musculares), trastornos de la visión, retraso del desarrollo, demencia (disminución irreversible de la facultad mental) y crisis convulsivas refractarias al tratamiento que llevan a un estatus epiléptico (serie de crisis convulsivas, que sobrevienen inmediatamente unas detrás de otras, entre la cuales el paciente no recupera la normalidad, pese al tratamiento). Existe un deterioro progresivo neuromuscular, con retraso mental, y puede existir enfermedad hepática, que se manifiesta por hepatomegalia (hígado anormalmente grande) e ictericia (coloración amarilla anormal de la piel) y fracaso hepático (fallo de la función hepática) severo y rápidamente progresivo, alrededor de los tres años, que empeora el pronóstico, acelerando la evolución generalmente fatal.

Las manifestaciones clínicas pueden exacerbarse o incluso desencadenarse por la presencia de enfermedades infecciosas, generalmente víricas, o del stress.

Las alteraciones neurológicas son más severas al nivel de la llamada sustancia gris del cerebro, por lo que antiguamente esta enfermedad se incluía en el grupo de las enfermedades desmielinizantes de la sustancia gris.

El diagnóstico clínico puede apoyarse con los hallazgos del electroencefalograma, los potenciales evocados visuales, o la resonancia magnética cerebral; si bien el diagnóstico de confirmación, es anatomopatológico, mediante biopsia cerebral y hepática.

Microscópicamente existe una importante pérdida neuronal difusa, cambios espongiformes (con forma que recuerda a la esponja) y astrocitosis (proliferación de astrocitos, un tipo de células del sistema nervioso), que puede afectar todas las regiones, pero sobre todo a la región denominada calcarina.

El hígado presenta una marcada atrofia con fibrosis (proliferación del tejido conectivo fibroso), esteatosis (infiltración grasa del tejido), inflamación, proliferación de los conductos biliares y a menudo cirrosis (fibrosis, proliferación del tejido conectivo fibroso, hepática).

El tratamiento de las crisis convulsivas debe hacerse con anticonvulsivantes preferentemente del tipo vigabatrina.

La etiología (estudio de las causas de las enfermedades) de la enfermedad sigue siendo motivo de discusión, si bien parece tratarse de una enfermedad mitocondrial, y no parece existir alteración de los peroxisomas (son partes de la célula responsables del acortamiento de ácidos grasos de cadena muy larga, con el fin de que la mitocondria pueda metabolizarlos completamente y de la oxidación de la cadena lateral del colesterol, necesaria para la síntesis de ácidos biliares), otros autores la relacionan con los virus lentos causantes de encefalopatía (término general para enfermedad del encéfalo) del tipo del Creutzfeldt Jakob, debido a que las lesiones anatomopatológicas cerebrales son superponibles.

El pronóstico de la enfermedad es malo, generalmente los enfermos no sobreviven a la infancia, aunque existen casos descritos excepcionales, que han sobrepasado los diez años e incluso han superado la adolescencia.

En ocasiones la enfermedad afecta a varios miembros dentro de la misma familia. En estos casos el patrón de herencia no está claramente definido, pero parece ser autosómico recesivo.


Dr. Bernard Jacob Alpers

Neurocirujano estadounidense, nacido el 14 de Marzo 1900, Salem Essex, Massachusetts; fallecido el 2 de Noviembre de 1981.
Hijo de Samuel Alpers y Bessie Sarah Swift, se caso con Lillian Sher y tuvo 3 hijos.
Bernard Jacob Alpers fue educado en la Universidad de Harvard y en la Escuela de Medicina de Harvard. Después de graduarse de la Universidad de Harvard en 1923 se fue a Europa para la formación avanzada en neuropatología, trabajando con Alfons Maria Jakob (1884-1931) en Hamburgo.


Posteriormente comenzó a trabajar en el Departamento de Neurocirugía de la Universidad de Pennsylvania, y en 1939 se convirtió en jefe del Departamento de Enfermedades nerviosas y mentales en el Jefferson Medical College, donde pronto se estableció un departamento independiente de la neurología. En su tiempo libre disfrutaba de la música y le interesaba la religión.


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