Nombre que recibe la Piodermitis vegetante.
Es una pioderma que comienza con una papulopústula, la cual se extiende y da lugar, por autoinoculación, a nuevas lesiones que confluyen y forman una placa única.
Se observa generalmente en el eccema o la tiña, por lo que algunos la consideran debida a una contaminación secundaria por estafilococos.
La placa papulopustulosa es vegetante, del tamaño de una moneda, bordes bien delimitados y superficie de color violáceo, que en algunos casos se torna verrucosa y en otros papilomatosa. Se localiza en las extremidades, principalmente en los brazos, donde se cubre de costras que, al desprenderlas, muestran pequeñas ulceraciones de fondo sucio; ocasiona muy pocas molestias subjetivas y no repercute sobre el estado general. La superficie de la lesión determina 3 formas clínicas:
Variedad seudoepiteliomatosa.
Variedad verrucosa.
Variedad papilomatosa.
El diagnóstico está dado por:
Cuadro clínico.
Examen bacteriológico.
Biopsia de piel.
El tratamiento puede ser extremo o sistémico:
Externo
Pueden indicarse pomadas antibióticas locales; y en lesiones muy vegetantes: electrodesecación o tópicos cáusticos. Algunos autores recomiendan la crioterapia.
Sistémico
También se prescriben antibióticos por vía oral.
Dr. Juan de Azúa Suarez
Se puede considerar a Azúa como el más universal de los Dermatólogos españoles y el fundador de la Sociedad Española de Dermatología y Sifilografía hoy conocida como Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
1857-1922 |
Esta figura de la Dermatología era de estatura regular, más bien bajo que alto, delgado, no muy derecho de columna vertebral, con brazos y piernas ágiles. Su nerviosidad y su violencia al reaccionar contra toda clase de circunstancias desagradables, dieron lugar a múltiples anécdotas y episodios. El Profesor Azúa era todo un carácter, trabajador infatigable, así lo demostró hasta el último instante, rudo en la forma de ordinario, fino en el fondo.
Recto y justo, catedrático de enorme conciencia docente y de cumplimiento del deber, aprovechó su tribuna oficial para conjugarla con la experiencia y la enfermería de su Servicio del Hospital de San Juan de Dios. Puede considerarse al maestro Azúa, como el modelo de médicos de hospital y clínico.
En 1918 y en plenos días de gloria y de felicidad, cuando su escuela conquistaba la máxima consagración en el extranjero, sufrió un ataque de hemiplejía, por embolia cerebral. Supo aún sobreponerse a tan grave dolencia y arrastrando su parálisis continuó viendo enfermos, publicando, estudiando y asistiendo a Cátedra.
Su cadáver recibió sepultura en la Necrópolis del Este cercana a San Juan de Dios, el día 5 de Mayo de 1922.
Azúa creyó siempre en la estadística, como lo demuestra en su magnifico discurso de ingreso en la Real Academia de Medicina. Si esta era honrada, afirmaba que, sabiéndola leer a fondo, aportaba, además de experiencia, normas sugeridoras.
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